Mario Portela entró en estado de shock ante la notificación de máxima prioridad que bloqueaba su interfaz visual. Máxima confidencialidad. Solo para sus ojos. Ni siquiera sabía que existían aquel tipo de mensajes. Con una mezcla de curiosidad y temor procedió a activar la notificación en sus lentillas.
Perplejo e incrédulo necesitó visionarlo varias veces para comprender plenamente lo que aquello significaba. Para cuando finalmente se desconectó, sus manos temblaban incontroladas mientras asimilaba la noticia.
De camino a casa estuvo meditando cómo decírselo a su familia. Quizás lo mejor sería soltarlo tal cual. Había sido el ganador del sorteo. El único ganador. Todo el mundo sabía que el sorteo se había producido aquel día, hacía unas horas, pero enfrascado en sus asuntos y con otras preocupaciones en la cabeza, se le había olvidado por completo. Sigue leyendo «El sorteo, un relato de Manuel J. Linares»