#lamuerteossientatanbienCYLCON
¿Dónde estoy? ¡Apenas me puedo mover! Y ese olor… ¿madera, tierra húmeda…?
¡SOCORRO!
Debo tranquilizarme. ¿Dónde está la cuerda? ¡Aquí! ¡La encontré! Suaves tirones bastarán para que la campana suene. James, el enterrador, vive muy cerca, en la caseta del cementerio. La oirá y me rescatará. Es su trabajo.
¿Cómo llegué aquí? Intento recordar.
Sospechaba desde hacía tiempo que la zorra de mi mujer me engañaba. Deseaba fervientemente desenmascararla. Le dije que tenía que ir a la ciudad por negocios y que no volvería hasta el día siguiente. Mentí. Al regresar aquella noche la sorprendí en nuestro lecho con su amante. La adúltera saltó de la cama, desnuda y desafiante, me llamó viejo caduco y me empujó con fuerza. Al caer me debí golpear la cabeza. No recuerdo más.
El inepto del médico me habrá dado por muerto. Y ahora aquí estoy en un ataúd. ¡Menos mal que han instalado la campana!
Otro tirón. Oigo el lejano sonido de la campana.
No logro recordar quién es el amante de esa ingrata. Medio adormilado vienen a mi mente confusos retazos de la escena. Ella está con un joven vagamente conocido… ¡NOOOO! ¡Es James, el enterrador!