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Chupitos: Por su nombre, un relato de Almudena Mendoza Palacios

#lamuerteossientatanbienCYLCON

—Disculpe, ¿la despedida del Sr. Peláez?

—En la sala 2. Acaba de empezar.

—Muchas gracias…

Odio llegar tarde. No lo soporto. Abrir la puerta y que todo el mundo se gire para mirarme. Me siento desnudo, terriblemente cuestionado. Por fortuna, esta vez no fue el caso. Nadie me prestó la más mínima atención, aunque la despedida ya hubiera comenzado y el ruido que hice al sentarme fuera demasiado estridente.

—… desde luego, la trayectoria del Sr. Peláez siempre fue impecable. Es una pena que se haya ido, incluso diría que una desgracia. Que ya no esté con nosotros sin duda marcará un antes y un después. Aun así, no está mal saber que se encuentra en un lugar mejor en el que podrá descansar por fin.

—¿Pero esto qué es? —dijo la señora que tenía al lado con tono de profunda indignación. —¿Una jubilación o un funeral?

—Yo tampoco lo tengo claro, la verdad —contesté intentando aplacar su ánimo.

—Es que una ya se cansa, ¿eh?

—¿Disculpe? —La miré sin comprender a qué se refería.

—Sí, que una ya se cansa de que nadie la llame por su nombre.

En ese momento me quedé helado. ¿A qué se refería exactamente? Ella notó enseguida mi desconcierto y, girando su rostro pálido para mirarme, añadió:

—La Muerte, ¡soy la Muerte! Y el Sr. Peláez no se ha ido ni está en un lugar mejor, como las Bahamas. ¡Se ha muerto! ¡Muer-to! Ag, qué hartazgo… Me dan ganas de pasaros a todos por la guadaña.

—Oiga, señora, que yo en esto de los eufemismos no tengo nada que ver. A mí no me cuesta nada en absoluto decir que el Sr. Peláez está muerto.

—¿Perdona, cómo has dicho?

—Que no me cuesta nada decir que el Sr. Peláez está muerto.

—¿Qué? No te entiendo bien.

—¡Que no me cuesta nada decir que el Sr. Peláez está muerto! ¡Muer-to!

Todos los presentes se giraron para mirarme y sus ojos reprobatorios me desnudaron por completo. Pero eso no fue lo peor porque, en ese instante, la Muerte, con una sonrisa de profunda satisfacción, se levantó y, antes de marcharse, me dijo:

—Nos vemos pronto.

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