Lo sé, no es normal.
Perdóname. Desearía poder darte una explicación, pero no tengo ni idea de lo que ocurrió; mis recuerdos son vagos, difusos, pero lo intentaré. Creo que lo más extraordinario que ha podido pasarme en los últimos tiempos fue durante uno de mis paseos. Ya sabes: de tanto en tanto necesito despejar la mente y estar a solas, lejos del bullicio del ágora y del palacio. Así que me adentro en la naturaleza para depurarme. Me gusta caminar a la orilla del río: acariciar los juncos con las yemas de los dedos, sentarme en alguna roca, desentumecer los pies en el agua fresca… El verdor me aporta calma, y cuando la luz de la puesta de sol baña el paisaje, los destellos en la superficie fluvial y en las hojas son un deleite para mis retinas. Sigue leyendo «Dixit – Pobre Leda, un relato de Kate Lynnon»