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Un paseo por La saga de los Aznar, un artículo de Jose Luis González

De entre todas las semillas que podía escoger en este maremágnum de literaturas turbulentas no se me ocurre otra que una ya casi fosilizada, por antigua, que no vieja.

Voy a contaros lo último que he escuchado a lo largo y ancho de mis paseos de una de las series más longevas de la ciencia ficción española: La saga de los Aznar.

La Saga de los Aznar es una colección de 59 novelas de “a duro” (aunque costaban 15 pesetas) que narra la épica aventura en el espacio y el tiempo de la familia Aznar. Dicho así suena muy rimbombante, pero nada más lejos. En su momento, allá por el año 1953, la editorial Valenciana, famosa por la publicación de ese tipo de novelas, decide intentar una nueva aventura y para ello cuenta con un autor que firmaba como George H White, que por entonces era especialista en novelas de guerra. G. H. White arranca con un planteamiento muy de moda en aquellos tiempos: la invasión extraterrestre. Su protagonista, Miguel Aznar de Soto (el fundador de la saga), piloto militar, es destinado a una agencia de la ONU, la Astral Information Office, que se encarga de monitorizar cualquier señal de existencia extraterrestre. Siguiendo una pista, Aznar pilota a los agentes de la ONU hacia el Tíbet, en busca de unos desaparecidos y con informaciones de que puede ser un secuestro extraterrestre…

No es cuestión que contemos el contenido de esas cincuenta y nueve novelitas. El motivo de esta reseña es indicar algunos elementos de Ciencia Ficción que el autor “inventó” para desarrollar la saga, y que en aquellos años resultaron precursores a muchos otros que vendrían después.

Para un conocimiento profundo y completo de la Saga, deberíais acudir a la desaparecida colección de Cuaderns UPC, que publico un extenso estudio realizado por Carlos Sainz Cidoncha y Pedro García Bilbao. Como fuere que ya no se pueden conseguir, a aquellos interesados les puedo pasar los textos de ese estudio, que me fueron cedidos por sus autores hace eones.

Empecemos:

1.- La saga se encuadra en la narrativa de Space Opera.

Hoy en día, el modo en que está narrada la historia se nos antojaría casposo, simple, por lo que solo se puede leer buscando en esa historia recuerdos de juventud. Es un Space Opera desmedido, con planetas, naves, guerras, robots, amoríos sosos y machistas, todo ello en cantidades de millones y miles de millones. Pasa lo mismo con las razas del espacio, y los tiempos empleados en los viajes, siglos de tiempo y millones de seres. Todo esto te saca, hoy, del núcleo narrativo.

2.- George H. White en realidad se llamaba Pascual Enguidanos Usarch y desconocía totalmente cualquier novela de ciencia ficción.

De su época, ya fuera europea, ya fuera americana, jamás leyó una novela del género. No solo las desconocía, sino que además no le importaba. Lo que os voy a presentar a continuación es solo fruto de su imaginación que, como veréis, fue premonitoria. Tal era su desconocimiento que usaba términos astrales solo porque los había escuchado, no por su significado. Ejemplo emblemático es el de llamar ‘Galaxia’ a cualquier Sistema Solar. Lo mismo pasa con los cálculos de viajes, los tiempos de demora, la capacidad de generar miles y miles de elementos sin que se agote nunca la materia prima. Es un Space Opera, ya digo.

3.- La parte jugosa: Los elementos que el autor utiliza para sus historias.

Empezamos por la primera nave que aparece. Se trata del platillo volante de los extraterrestres invasores (La llamada Bestia Gris o Thorbod). No sabemos cómo vuela, pero sí que son las naves de desembarco de otra mayor que también desconocemos. Los avistamientos de platillos volantes eran la idea de invasiones extraterrestres de la época. Pascual debió de ver alguno…

Seguimos con la primera nave que usan, Lanza, un prototipo de gran avión estratosférico capaz de navegar por el espacio, que los llevará a Venus. En la sociedad actual, el mejor acercamiento a ese Lanza fue el Concorde.

Siguiendo el orden de las novelas, el siguiente navío fue el RAYO, planetoide de 400 metros de diámetro. Los estudios para instaurar ciudades en el espacio usan, entre otros diseños, este esférico; más tarde evolucionarán estos diseños hacia los cilíndricos y los tubulares, tanto en la obra de White como en las propuestas de los ingenieros de nuestro mundo. El rayo era un planetoide esférico, con un anillo en el ecuador y hueco por dentro; capaz de desplazarse por el espacio y conteniendo en su interior espacio para miles de habitantes y cientos de naves, entre las que se encontraban las llamadas ZAPATILLAS (como las naves que transportaban a Luke Skiwalker por el desierto, o los coches voladores del quinto elemento, o… docenas de apariciones más) y los CRUCEROS (de estos habrá docenas de variantes a lo largo de la saga, y del género: todos los que salen de las tripas de grandes naves estelares en Star Wars, en Battlestar Galáctica, etc. ) , también los BACKS, mochilas capaces de hacer volar a su usuario (Usadas hasta la saciedad en cualquier historia que se deba desarrollar en el espacio: todo el mundo asume que en el futuro podremos volar por todas partes). Todos esos elementos estaban construidos con DEDONA, un material densísimo e impenetrable (¿El Grafeno, cuando se masifique?). La Dedona, debidamente electrificada, era capaz de flotar e impulsarse por el espacio. A estas alturas aparecen también los primeros robots, llamados cerebros electrónicos, alimentados por electricidad enviada por radio.

Mas tarde, a medida que evoluciona la saga, aparecerán planetas huecos contruidos con Dedona. El más importante, el AUTOPLANETA VALERA, que permite vivir en el interior, en el caso del Autoplaneta, hasta desplazarse y servir como buque explorador, habitáculo de los humanos y base de atraque de la flota. Surgirán razas estelares muy diversas. Los Thorbod ya mencionados, de gran altura, con una nariz en forma de trompa, orejas como antenas y respirando por su piel gris. Los Saissais, hombres que habitan Venus (son de una “galaxia” -Sistema solar- destruida), idénticos a nosotros pero con piel azulada. Los Nahumitas, humanos como nosotros pero con muy mala leche. Los hombres de silicio, eso, de silicio y cristal. Los hombres planta, igualitos a los ENTS de Tolkien, pero con muy mala leche, inducida por aparatos electrónicos que les instalaban los Thorbod para que les sirvieran como esclavos.. Los hombres de titanio o Sadritas. Por norma, son todos humanoides o descendientes de nosotros mismos o de quienes nos pusieron en la tierra. También por norma, todos nos quieren matar, salvo los Saissais. Ejemplos de extraterrestres en la literatura de 1980 hasta la actualidad tenemos muchos, todos similares a los que imaginó G. H. White.

Otra Gran contribución, aunque desmedida en cifras, fue la aparición del CIRCUMPLANETA ATOLÓN, un mundo anillo como el de Larry Niven, pero gigantesco, habitado por humanos esclavizados por seres inteligentes parecidos a las Mantis Religiosas.

Mención aparte merecen las armas: Torpedos Atómicos (cuya emisión de radiación apenas es dada importancia, y que nosotros llamamos hoy Misiles), haces de luz con distintos usos, según sea necesario: Rayos Z que rompen los átomos de los metales, la LUZ SOLIDA, una especie de laser potentísimo que lo mata todo, hasta la Dedona; las naves DELTA (los Xwing de la época), balas ATOMICAS, también… Las tarántulas, especie de tanques de asalto que asemejan esos animales, con 6 patas, manejados por control remoto desde esferas móviles manejadas por los humanos (¿El juego de Ender?).

Y para acabar, los grandes inventos: Androides perfectos (IZRAIL, la androide que espera el regreso de los constructores del Circumplaneta, ¿Os suena, tal vez una replicante?). La Karendon, máquina capaz de desatomizar a un ser humano y luego reconstituirle como si no pasara nada (¡Beam me up teniente Balmer!). la MINIATURIZACION VALDIVIA, capaz de reducir al máximo cualquier elemento; así, las naves, las armas, cualquier elemento de vivac, viajan también por cantidades ingentes dentro de Valera o cualquier Crucero (Asimov y su Viaje Alucinante). Trajes de Diamantina útiles para el espacio y la guerra; las Ondas Gravitacionales, que les permiten viajar dentro de las naves a velocidades enormes sin consecuencias (Star Trek y los “acelerones” de la Entrerprise). También hay viajes a través del tiempo (no os cuento más, porque pertenecen a las últimas novelas y…)»

Y me despido, que es mucho texto, no sin antes enlazaros una entrevista que le hizo José A. Herrera a Juan Miguel Aguilera, en el podcast Reinos de mi imaginación, donde Juanmi habla de George H. White y el homenaje que le hicieron en Lliria a propósito del centenario de su nacimiento  y del libro que editaron y se agotó en días (promete que reeditaran, para los fanses de Enguidanos) . ¡Felices aguas!

 

 

 

 

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